Lo que más disfruto de ser cirujana es la oportunidad de transformar vidas. Saber que, con cada procedimiento, estoy ayudando a aliviar el dolor, mejorar la calidad de vida y, en muchos casos, devolver la esperanza a mis pacientes es profundamente gratificante.
Cada cirugía es un desafío único que pone a prueba mi conocimiento, habilidades y compromiso. Pero más allá del acto técnico, lo que realmente valoro es la conexión humana: poder escuchar a mis pacientes, entender sus preocupaciones y ver la tranquilidad en sus rostros cuando saben que están en buenas manos.
También disfruto la constante evolución de mi profesión. La cirugía, especialmente la laparoscópica avanzada, es un campo que requiere aprendizaje continuo, y eso me mantiene motivada e inspirada a ser siempre mejor para quienes confían en mí.